Diferentes estudios científicos señalan que consumir pornografía evita enfermedades y mejora la vida de pareja y la sociabilidad.Indagaciones pornovirtuales. Aunque históricamente la pornografía floreció en el cine y en las revistas, Internet modificó los hábitos y se convirtió en la principal fuente.
Para potenciar el placer en las relaciones de pareja o para alimentar la imaginación y el erotismo en soledad, la pornografía fue, es y será una herramienta de gran utilidad. Pero diversos estudios científicos realizados recientemente revelaron que, además, el porno puede tener “una influencia positiva en la vida de las personas”. Más del 90% de los consumidores de pornografía australianos aseguraron que “mejoró sus vidas” luego de experimentar con materiales XXX. Durante la investigación, realizada por el equipo del doctor Alan McKee, la mayoría de los entrevistados señaló que la pornografía les hacía “tomar mayor conciencia del placer de sus parejas, a la vez que los hacía sentirse menos críticos con respecto a los atributos físicos de ellos o ellas”. Además dijeron que se deprimían y se enfermaban menos.
Otro informe –elaborado por los científicos Neil Malamuth y Martín Hald, de la Universidad de Los Angeles– relevó la opinión de cientos de daneses que aseguraron que el consumo de porno “mejoró su vida sexual, su conocimiento sobre sexo, sus actitudes sobre el género opuesto y hasta su calidad de vida en general”. Malamuth sostuvo que “la pornografía sólo puede ser perjudicial para aquellas personas con personalidad agresiva. Pero en la mayoría de los hombres no aparecen efectos negativos”.
Hace algunos años, Berl Kutchinsky, criminólogo de la Universidad de Copenhague, demostró que la cantidad de crímenes sexuales disminuyó en tierras danesas cuando el gobierno levantó las restricciones sobre la pornografía.
Desde su teoría, denominada “de la válvula de escape”, Kutchinsky sostuvo que “la disponibilidad de pornografía descomprime impulsos sexuales peligrosos”. Sin embargo, otros especialistas critican las conclusiones de estos trabajos. Afirman que la exposición a material porno provoca que “los hombres y las mujeres estén menos satisfechos con sus parejas, soporten menos el casamiento, tengan más interés en sexo libre de sentimientos y promulgan la figura de la mujer servil y pasiva”. El psicólogo Edward Donnerstein, de la Universidad de Wisconsin, encontró que una exposición reiterada a la pornografía puede llevar a “actitudes y comportamientos antisociales”. Por su parte, los investigadores Dolf Zillman y Jennings Bryant midieron el impacto que tiene en las prácticas sexuales de un grupo de hombres el consumo de materiales hardcore. “Quienes vieron la mayor cantidad de pornografía tuvieron estimaciones mucho más altas de la incidencia del sexo oral, el sexo anal, el sexo grupal y el sadomasoquismo que los demás participantes del estudio”, concluyeron.
¿Y POR CASA? Los principales especialistas argentinos avalan estos estudios, pero relativizan el valor de las generalizaciones. “Todo depende del uso que se haga de la pornografía, de la personalidad de la persona y del tipo de materiales que se utilizan”, sostuvo Adrián Sapetti, presidente de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana.
“Para las personalidades fóbicas a la sexualidad, tener contacto con fotos de desnudos o de escenas sexuales puede ser un primer paso para resolver sus miedos”, explicó el profesional. También “hay muchas parejas que se estimulan viendo una película porno durante su práctica sexual”, dijo Sapetti. Pero “ver mujeres con veinte mil orgasmos, hombres con penes enormes y erecciones que duran horas, puede generar una baja autoestima o una desvalorización de su miembro o su sexualidad”, planteó el profesional.
Para la licenciada Any Krieger, la pornografía es un “arma de doble filo”, ya que puede “favorecer o entorpecer la relación amorosa”. “Si después de mucho tiempo la pareja tiene ganas de agregar ese condimento y eso los excita, entonces bienvenido sea, pero debe existir un acuerdo de ambas partes, porque si excita sólo al hombre y a la mujer eso le ofende, el efecto será perjudicial”, manifestó la psicóloga.
Otro de los consultados por Crítica de la Argentina fue el sexólogo José Eduardo Abadi. “Muchas veces la pornografía da ciertos permisos y libera de inhibiciones, o estimula a probar otras cosas, por lo que puede ayudar a sobrellevar la rutina de la pareja. Pero también puede ser testimonio de una sexualidad típica de un esquema patriarcal y sádico, una forma de mostrar al hombre en situación de dominio de poder a través de su falo. Y esto no es para nada saludable”, concluyó Abadi.
Para potenciar el placer en las relaciones de pareja o para alimentar la imaginación y el erotismo en soledad, la pornografía fue, es y será una herramienta de gran utilidad. Pero diversos estudios científicos realizados recientemente revelaron que, además, el porno puede tener “una influencia positiva en la vida de las personas”. Más del 90% de los consumidores de pornografía australianos aseguraron que “mejoró sus vidas” luego de experimentar con materiales XXX. Durante la investigación, realizada por el equipo del doctor Alan McKee, la mayoría de los entrevistados señaló que la pornografía les hacía “tomar mayor conciencia del placer de sus parejas, a la vez que los hacía sentirse menos críticos con respecto a los atributos físicos de ellos o ellas”. Además dijeron que se deprimían y se enfermaban menos.
Otro informe –elaborado por los científicos Neil Malamuth y Martín Hald, de la Universidad de Los Angeles– relevó la opinión de cientos de daneses que aseguraron que el consumo de porno “mejoró su vida sexual, su conocimiento sobre sexo, sus actitudes sobre el género opuesto y hasta su calidad de vida en general”. Malamuth sostuvo que “la pornografía sólo puede ser perjudicial para aquellas personas con personalidad agresiva. Pero en la mayoría de los hombres no aparecen efectos negativos”.
Hace algunos años, Berl Kutchinsky, criminólogo de la Universidad de Copenhague, demostró que la cantidad de crímenes sexuales disminuyó en tierras danesas cuando el gobierno levantó las restricciones sobre la pornografía.
Desde su teoría, denominada “de la válvula de escape”, Kutchinsky sostuvo que “la disponibilidad de pornografía descomprime impulsos sexuales peligrosos”. Sin embargo, otros especialistas critican las conclusiones de estos trabajos. Afirman que la exposición a material porno provoca que “los hombres y las mujeres estén menos satisfechos con sus parejas, soporten menos el casamiento, tengan más interés en sexo libre de sentimientos y promulgan la figura de la mujer servil y pasiva”. El psicólogo Edward Donnerstein, de la Universidad de Wisconsin, encontró que una exposición reiterada a la pornografía puede llevar a “actitudes y comportamientos antisociales”. Por su parte, los investigadores Dolf Zillman y Jennings Bryant midieron el impacto que tiene en las prácticas sexuales de un grupo de hombres el consumo de materiales hardcore. “Quienes vieron la mayor cantidad de pornografía tuvieron estimaciones mucho más altas de la incidencia del sexo oral, el sexo anal, el sexo grupal y el sadomasoquismo que los demás participantes del estudio”, concluyeron.
¿Y POR CASA? Los principales especialistas argentinos avalan estos estudios, pero relativizan el valor de las generalizaciones. “Todo depende del uso que se haga de la pornografía, de la personalidad de la persona y del tipo de materiales que se utilizan”, sostuvo Adrián Sapetti, presidente de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana.
“Para las personalidades fóbicas a la sexualidad, tener contacto con fotos de desnudos o de escenas sexuales puede ser un primer paso para resolver sus miedos”, explicó el profesional. También “hay muchas parejas que se estimulan viendo una película porno durante su práctica sexual”, dijo Sapetti. Pero “ver mujeres con veinte mil orgasmos, hombres con penes enormes y erecciones que duran horas, puede generar una baja autoestima o una desvalorización de su miembro o su sexualidad”, planteó el profesional.
Para la licenciada Any Krieger, la pornografía es un “arma de doble filo”, ya que puede “favorecer o entorpecer la relación amorosa”. “Si después de mucho tiempo la pareja tiene ganas de agregar ese condimento y eso los excita, entonces bienvenido sea, pero debe existir un acuerdo de ambas partes, porque si excita sólo al hombre y a la mujer eso le ofende, el efecto será perjudicial”, manifestó la psicóloga.
Otro de los consultados por Crítica de la Argentina fue el sexólogo José Eduardo Abadi. “Muchas veces la pornografía da ciertos permisos y libera de inhibiciones, o estimula a probar otras cosas, por lo que puede ayudar a sobrellevar la rutina de la pareja. Pero también puede ser testimonio de una sexualidad típica de un esquema patriarcal y sádico, una forma de mostrar al hombre en situación de dominio de poder a través de su falo. Y esto no es para nada saludable”, concluyó Abadi.
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