El deseo erótico

martes, 11 de marzo de 2008

A nivel erótico, el deseo es el componente motivador de la actividad, el desencadenante. El deseo es una tendencia que nos orienta y dirige a buscar, involucrarnos o continuar la actividad erótica, ya sea ésta en solitario o compartida, real o incluso imaginada.

Hay distintos tipos de deseo erótico: deseo de contacto físico, deseo de una caricia (o varias), deseo de caricias prolongadas, deseo de contacto genital, deseo de coito, deseo de un rato lúdico con la pareja (hacerse mimos o bromas), deseo de masturbación en solitario, deseo de besos y abrazos…

A pesar de la importancia que hoy se concede al deseo, no es hasta el año 1979 cuando Helen S. Kaplan (famosa sexóloga norteamericana) comienza a fijar la atención de la sexología en el mismo. Y es a partir de ese momento, en que se reconoce su importancia para explicar el comportamiento erótico, cuando se amplía su estudio.

En un principio, se hablaba del deseo para hacer referencia sólo a un tipo de deseo: el de coito. Sin embargo, en la actualidad las diversas investigaciones están comprobando que el deseo se manifiesta de muchas formas y que cada persona puede sentir distintos deseos en distintos momentos, y por cierto, no todos son de coito, aunque sean eróticos.

Factores que influyen en el deseo

Dado que el deseo es un componente motivador, que en muchos casos conduce a la acción, es necesaria por tanto una energía excedente en el organismo que permita la expresión del mismo.

Cualquier estado de fatiga, de cansancio extremo o un estilo de vida estresante que se traduzca en un escaso tiempo fuera de la actividad laboral pueden traducirse fácilmente en la disminución o anestesia del deseo (y en general de la motivación hacia cualquier actividad no erótica que requiera gasto energético).

Lo cierto es que en la consulta son cada vez más frecuentes los casos de parejas que consultan porque uno de los dos no tiene deseo, y tras una evaluación se detecta que la persona que no desea está sobrecargada de trabajo.

Por ejemplo, es muy frecuente en casos de mujeres que trabajan fuera de casa y después en el hogar realizan multitud de tareas que las dejan agotadas, especialmente si además la pareja tiene hijos. Los hijos y las hijas, de hecho, producen una disminución del deseo femenino en muchos casos, pero no debido a factores hormonales, sino debido a la sobrecarga de trabajo que sufre la mujer, y a que las tareas de cuidado frecuentemente no se reparten equitativamente con su pareja.

También en consulta se ven con frecuencia casos de hombres con interminables jornadas laborales que han perdido el deseo.

El estado emocional es otro factor influye en la apetencia hacia la actividad erótica. En la mayoría de los casos, las personas que se sienten muy preocupadas o muy tristes pierden el deseo de todo tipo de contacto erótico.

Centrándonos en los factores psicológicos, el deseo se apoya en gran medida en dos elementos, que nos sirven para comprender mejor la razón por la que algunas personas pueden sentir menos deseo y sin embargo otras tienen un deseo muy alto:


  • 1.- Historia de experiencias que la persona tiene en torno a su sexualidad (experiencias eróticas anteriores y actuales).

  • En general el deseo, la apetencia hacia experiencias eróticas futuras, se sustenta en la historia particular de esa persona con la sexualidad, en sus experiencias anteriores.

    Cuando una persona ha tenido unas vivencias placenteras con su sexualidad, ha tenido la ocasión de descubrir su erotismo y disfrutar de él, no ha tenido experiencias dolorosas ni traumáticas sino más bien al contrario y el involucrarse en actividades eróticas le ha reportado beneficios que la persona reconoce como tales, es muy probable que la persona las acepte y busque en el presente y en el futuro.

    Esto ocurre en general con todas las actividades: buscamos aquellas que sabemos que nos aportan satisfacción y no aquellas que nos producen displacer... y deducimos la satisfacción que nos va a reportar una actividad a partir de la que nos reportó en el pasado.

  • 2.- Cómo ha elaborado la persona sus experiencias en su memoria emocional (a esto también contribuye el papel que la persona otorga a la sexualidad en su vida, el valor que la persona le de a su erotismo).
  • En general el deseo erótico no depende únicamente de las experiencias de la persona. Cada persona interpreta de forma distinta la realidad, de acuerdo con sus ideas, sus actitudes, sus valores… la apetencia hacia experiencias eróticas futuras (ya se trate de caricias o besos, de masturbación, o de coitos, o de masajes) depende de la valoración que la persona hace de su historia particular con la sexualidad.

    La misma experiencia puede ser muy valorada por una persona y puede ser considerada como bastante prescindible por otra. Es decir, distintas personas tienen distintas vivencias con similares experiencias (no las viven igual).

    Para algunas personas además, la erótica no es considerada como algo importante en la vida, valorando más otros aspectos de las relaciones humanas (lo cual, por cierto, también es una opción legítima, que únicamente se convierte en un problema cuando la pareja no piensa igual).

    El deseo por tanto es algo que se construye, y la historia de una persona y su deseo puede ir variando a lo largo de la vida. Por cierto, que en esta construcción, las personas pueden tener un papel activo. Valorar la sexualidad y hacerle un hueco importante en la vida hace más probable un deseo activo. Cuidar los tiempos y los espacios para la vida de pareja, para el descanso físico, y para el ocio, también dan más oportunidades al deseo. Comprender que el deseo tiene muchas manifestaciones, y valorarlas y cuidarlas todas (y no sólo al deseo de coito, sino también los otros deseos eróticos), crea generalmente un clima propicio para la apetencia de los encuentros eróticos.

    *María Victoria Ramírez es psicóloga y sexóloga.

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