Sexo y violencia

sábado, 21 de julio de 2007

La ideología machista difunde imágenes perversas del sexo.

La semana pasada la asociación de ginecólogos y obstetras convocó a los candidatos a hablar sobre salud sexual y solo dos de ellos asistieron; por cierto, no los que más puntean en las encuestas.

Llama la atención que la invitación no haya sido correspondida. Me imagino que el tema no les pareció importante. Seguramente piensan que hablar de eso no les conviene para la imagen de santones que quieren proyectar.

Hay que preguntarse por qué la sociedad guatemalteca es tan reacia a discutir sobre sexo, por qué el tabú sigue vigente. Yo creo que rehusamos hablar de lo íntimo y de lo personal, porque tenemos miedo. Porque intuimos que al penetrar en esas áreas, podemos encontrar abismos, monstruos, o quién sabe qué. Y también porque hay una censura que nos impide hacerlo, no nos sentimos en libertad.

La sexualidad es el extenso conjunto de elementos biológicos y culturales, prácticas, creencias y sentimientos que entran en interacción en las relaciones entre los portadores de uno y otro sexo. La sexualidad es una construcción social en el sentido que todo lo que hacemos o dejemos de hacer con nuestros cuerpos, con nuestro sexo, que abarca más que los genitales, está inmerso en una sociedad que tiene normas, historia, usos y costumbres particulares, y que elabora sistemas de ideas para cumplir objetivos concretos.

Es complejo el asunto, por supuesto, pero hay que abordarlo, para analizarlo y entenderlo, a ver si así podemos empezar a disfrutarlo.

En Guatemala la sexualidad está estrechamente vinculada a la reproducción. Es así porque las religiones han tenido un papel preponderante en la formación y educación de la población desde hace cientos de años. A fieles y obedientes de la fe se les ha convencido que las relaciones sexuales solo son buenas para la procreación. La jerarquía católica, fuertemente influenciada por el Opus Dei, nos recomienda la abstinencia y sigue oponiéndose a los métodos modernos de anticoncepción. Eso, al tiempo que miles de curas y obispos en el mundo abusan de jóvenes o esconden relaciones carnales y de pareja.

La violencia que vivimos actualmente como el peor de los azotes, también tiene que ver con la sexualidad: al concebir esta como un medio de dominación de un género sobre otro, el sistema implanta la semilla de la violencia, que es un ejercicio de poder basado en el uso de la fuerza, el abuso, la agresión. La ideología machista difunde imágenes perversas del sexo, insta a la violación como un recurso de sometimiento, utiliza los cuerpos femeninos como aparatos para la reproducción.

La propuesta feminista plantea llevar a cabo transformaciones sociales que permitan relaciones sexuales placenteras, libres e informadas para mujeres y hombres. Demanda acabar con todas las formas de discriminación y pugna por la equidad, para que la democracia nos incluya a todos. Esto es revolucionario porque implica trastocar de raíz valores y actitudes que sostienen un sistema injusto y cruel que, sin la violencia, se viene abajo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La jerarquía católica, fuertemente influenciada por el Opus Dei, nos recomienda la abstinencia y sigue oponiéndose a los métodos modernos de anticoncepción. Eso, al tiempo que miles de curas y obispos en el mundo abusan de jóvenes o esconden relaciones carnales y de pareja.


Que tiene que ver una cosa con otra? Es como decir que como la ley nos pide no delinquir, por ahi hay jueces que roban o coimean. Entonces? Que hacemos, robamos? Lo que la iglesia pide lo hace como institucion, lo que los curas pervertidos hagan lo hacen a titulo individual. Tu articulo es manipulador.